martes, 10 de mayo de 2011

Realismo

Poco antes del asesinato del Emperador Alejandro II en 1881, Ilya Repin empezó a pintar una serie de cuadros relacionados con el movimiento revolucionario ruso: Negativa a confesarse, Arresto de un propagandista, El encuentro de los revolucionarios y No lo esperaban, siendo ésta última su obra maestra sobre este tema. En ella se representa la sorpresa de los miembros de una familia ante la llegada al hogar de un exiliado político.


La pintura en la época revolucionaria se había alejado del realismo por parte de muchos artistas como Popova, para ella, la "literalidad" de la pintura era un elemento extraño, un intruso que se entrometía en el verdadero reino del arte. Más exactamente, todos estos términos negativos se referían a la tradición narrativa en la pintura rusa que existía del siglo XIX. Ilya Repin, por ejemplo, había realizado pinturas narrativas de gran formato sobre temas sociales radicales como la pintura analizada: "Ellos no lo esperaban" uqe fue realizada en estilo ilusionista, narra la historia como ya he dicho del momento en que un exiliado político regresa con su familia; la fuerza se basa en el reconocimiento de la figura heroica, pero demacrada, del revolucionario. De hecho, para Repin era tan importante que la gente identificara el contenido narrativo, emocional y político, que en la pintura pintó varias veces el rostro del exiliado para transmitir la cantidad justa de sufrimiento sin llegar al extremo de que la derecha pudiera interpretar al revolucionario como un criminal político enloquecido.
La tradición realista continuó durante los años 20, momento en el cual se reavivó como una forma de pintura apropiada a las necesidades de la sociedad socialista. Estas pinturas como la inferior de Chepstov, tenían el poder de reflejar la vida diaria del proletariado y el campesinado, es decir rendía homenaje a los héroes del socalismo.


Yefim Chepstov, una reunión de un comité del partido en un pueblo. 1924

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